Por Áxel Dávila
Se suele decir que el mundo de los negocios se basa en las relaciones entre personas. Esto lo he visto reflejado en mi experiencia propia, ya sea en la captación de clientes que contraten servicios de comunicación y reputación corporativa a las empresas en las que me he desempeñado como consultor, o anteriormente al aplicar a trabajos o al intentar iniciar proyectos como freelancer.
Mi experiencia me lleva a concluir que esto ocurre porque como seres humanos, siempre intentamos buscar relaciones de confianza donde contemos con otras personas que hagan lo que dicen y cumplan lo que prometen. Voy más allá, y me atrevo a decir que por más que un producto o servicio pueda ser superior, e incluso, tenga la mejor relación calidad-precio, por lo menos en la etapa inicial de un “nuevo negocio”, las relaciones se establecen de acuerdo con aspectos y atributos menos funcionales y más emocionales-perceptuales.
Independientemente del sector o país en el que se desarrolle tu empresa o negocio, tus públicos tomarán la decisión de relacionarse o no contigo dependiendo de lo que proyectes tú como persona, la credibilidad y confianza que les generes, y la conexión que creen entre ambos. Es decir, las personas no contratan tu marca o empresa, te contratan a ti como persona y como profesional. Es por ello, que aquellas variables ligadas a actitudes, comportamientos, opiniones, palabras, gestos y todo lo conectado con sensaciones e intuiciones, se convierten en factores determinantes al momento de decidir con quién relacionarte y hace que sea normal escuchar en el mundo de los negocios, frases que apelan al carisma y al cómo nos hizo sentir una persona. En mi caso, suelo fijarme mucho en aspectos como la empatía, los buenos modales y la humildad del otro, pero esto varia por persona.
En el mundo del marketing, se suele decir que “tu marca es lo que dicen de ti cuando no estás presente” y es a partir de insights como estos, que el marketing y el branding se han propuesto trabajar para definir la personalidad de las marcas y a las audiencias para así conectar y generar engagement. Hoy en día, vivimos en la era del humanismo, en un momento en donde las organizaciones y marcas buscan actuar, comportarse y comunicarse como personas (algo que, por cierto, y dependiendo de creencias y opiniones particulares, se mueve en el eje utopía/distopía). La realidad es que las marcas y las organizaciones no son personas y como mucho, pueden llegar a serlo sólo y únicamente en el plano del nominalismo si se les acompaña con adjetivos como “jurídica”. Sin embargo, las organizaciones cuentan con personas y es allí donde entre en la ecuación el personal branding.
Trabajar la marca personal es un aspecto clave y diferencial hoy en día que no sólo te permite incrementar tu visibilidad y notoriedad y la de tu empresa y, por ende, maximizar tu presencia en el top of mind de tus audiencias, sino que adicionalmente, te facilita crear y establecer relaciones. Como mencionamos al principio, los seres humanos no buscamos relacionarnos con empresas o marcas, sino que buscamos hacerlo con otras personas como nosotros y esto está cada vez mas asumido y procesado por el mismo mundo empresarial y la sociedad, tanto así que cada vez más, los algoritmos de las redes sociales priorizan el contenido de personas al de las empresas y marcas.
Es el momento de dejar de pensar y empezar a actuar para convertir a tu marca personal en un medio para impulsar tu negocio.